Me lavo las manos con la fácil. Y mis colegas también lo
hacen. Y no niego que cuando a uno le da por la tiranía, siente ese sadomasoquista
alborotado y feliz. Sado porque hace sufrir a los chicos. Masoquista, porque
los hace sufrir con lo que les duele: notas, es decir, le toca aguantar
evaluaciones sin sentido y producidas por la ira. Y toma: a calificar quices escritos
con manos temblorosas.
La difícil es ser responsable. El condicionamiento no sirve.
Si a Einstein le fue como una patada en el colegio, es porque su mente no
funcionaba así. Y por eso fue un gran genio. Pero el método de adoctrinamiento
y castigo está mandado a recoger hace mucho de los libros de pedagogía. Pero
sigue pululando en las aulas. En parte por nuestro ego, en parte porque así
aprendimos… Pero que una cadena haya pasado por generaciones no significa que
no la podamos cortar.
¿Cuántos de nosotros sabemos o pensamos al “dictar” una
clase en los aprendizajes colaborativos y significativos?” ¿Cuántos conocemos
el modelo pedagógico de nuestra institución? ¿Cuántos lo aplicamos? Al ministerio
de educación le llegan literalmente cajadas de carreta que no se aplica: los
proyectos educativos institucionales y de programa. Dice cosas muy bonitas que
nadie cumple. Y esas cosas tan bonitas son el éxito de las clases. Cambiar el
método, llegar a métodos participativos y colaborativos, eso es el reto de la
educación incluyente y democrática, no seguir con el todopoderoso profe, sin
con uno un poquito menos poderoso, pero que refuerza a su estudiante para que
salga adelante y le sirve, trabaja para él, no trabaja a pesar de él. Y esa es
la difícil.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario