Hace algunos dias en la televisión colombiana pasaron una noticia en los noticieros de los dos principales canales privados de bogotá. Una niña llamada Carla Giraldo, famosa por sus escándalos, presentó en sociedad a su novia, Natalia… algo. ¡Ah perolata que se armó!
Esta podría parecer una noticia intrascendente. Para quienes no lo sepan, Carla Giraldo es famosa por haber pasado de ser una simple estudiante de colegio público, hija de una aseadora del canal RCN, a ser una pequeña diva, protagonista de una telenovela llamada “Lolita”, cuyo sólo nombre nos revela ya su contenido. Tras eso, ha sido la niña escandalosa del país. Fue novia de uno de los de Salserín, o de Sandy y Papo, o de Celina y Reutilio, poco importa. Tenía fama de haber pasado por la cama de todos los participantes de “Francisco el Matemático”, rodaron por Internet fotos de ella empelota tirándose a algún camarógrafo y un video que no vi… un montón de cosas, se insinuaba que estuvo en un centro de rehabilitación de drogas y un montón de cosas que no pasaban de ser rumores. Su último escándalo es haberse empelotado ante las cámaras de la revista Soho dando unas declaraciones bastante calenturientas. Bueno, allá ella. Actuó en una novela que no llegó a los 15 días de emisión y ahora se robó como 2 minutos de los noticieros anunciando su amor y que se va del país. Lleva 6 meses de noviazgo y aparenta ser feliz.
Las imágenes del noticiero del canal Caracol fueron un tanto más crudas, la mostraron besándose, cosa que en verdad me molesta porque no me gusta ver gente besándose, llámenme como quieran pero me parece detestable. Además, tengo que decir que esa pareja no me gusta para nada, en efecto, la una está demasiado dotada para mi gusto y la otra es muy espaldona, cosas que hacen que no me guste una mujer. Pero bueno, allá ellas con sus curiosos gustos. Pero no escribo este post porque no me guste una lesbiana, lo escribo porque quiero insistir en el sagrado derecho que tiene cada quien a hacer de su culo un florero si así se le antoja. Anoche veía en RCN y hace algunos días en Caracol el espacio que muchos no creen que exista: la defensoría del televidente. Una señora retrograda, capitalista y hasta con cara de amargada es el puente entre el ciudadano de a pie y los abusos cometidos por las programadoras. Al respecto, se está tramitando una ley que los obligará a mejorar este espacio tanto en horario (está poco después de la media noche y pasará al prime time) como en contenido (de cinco mendigos minutos pasará a media hora). Estas señoras han manifestado el sincero asco de los de a pie ante la noticia. Como ciudadano de a pie, estoy en desacuerdo con los otros de a pie que se manifiestan contra este tipo de noticias. La defensa de los canales dice que en el mismo sentido no tendrían que anunciar chismes sobre parejas heterosexuales en las secciones de farándula. En efecto, este país es una nación incluyente y que no discrimina por las preferencias sexuales. Tanto así es la cosa que he escuchado, aunque no doy fe de ello, que se permite la convivencia entre un padre y su hija -aunque no entre madre e hijo, nada de incestos psicoanalíticos. Ah, y eso si, no se permite que los malditos maricas y las putas lesbianas tengan derecho a convivir como pareja legalmente establecida. Así es como los ven algunos sectores represivos de la sociedad.
Bueno, podemos decir que es más democrático apoyar a los homosexuales, que la homosexualidad de los pingüinos prueba que no es algo antinatural, y más cosas. No voy a defender ahorita a los homosexuales, sino a atacar su derecho a adoptar hijos. La adopción de un niño por parte de una pareja homosexual no es algo con lo que esté en desacuerdo, si dios no lo permite, la ley debería permitirles tener hijos y listo. Sin embargo, un argumento en contra que escuché en una conversación es que si bien no es causal de enfermedad mental (que feo suena eso) tener dos padres del mismo sexo, o al menos no más que tenerlos de sexo distinto, un hijo de padres homosexuales no será bien tratado en un colegio, por ejemplo, y eso si le puede causar problemas. El argumento me parece irrefutable en el estado actual de las cosas en el país. Si el ciudadano de a pie se escandaliza de esa manera por que en televisión sale una pareja homosexual, no me imagino cómo sería el trato de un “educador” hacia un niño con padres “enfermos” –a esto cabe anotar que la psicóloga del Gimnasio Femenino se manifestó en ese sentido, probando que de poco le sirvió el pregrado, aunque hay al menos dos entrevistadas más que se expresaron en el mismo sentido, creo que una de ellas es del Vermont, pero insisto en que no estoy seguro de éste último. Mi apoyo a los homosexuales, entonces, no puede ir hasta la adopción.
Pero esto puede cambiar, y la legislación colombiana, a pesar de la negativa del presidente, está intentando girar en ese sentido. El presidente se negó en campaña a aprobar el matrimonio gay, cosa aprovechada por los partidos Liberal y Polo democrático para buscar votos en estos sectores, aunque sólo el Polo mantiene su palabra hasta el punto de tener a una travesti entre sus líneas administrativas (aunque eso tampoco me gusta, debería hacerse un par de operaciones más porque está muy fea). Sin embargo, se intenta que el matrimonio homosexual sea Ley de la República ante la mirada pavorosa de sectores de amargados, incluida la iglesia caótica, perdón, católica. Lo primero que tenemos que hacer es que estas relaciones no sean algo de otro mundo, es decir, que tanta gente como se pueda salga del clóset y se case, legalmente y sin chorradas de miedos y esas cosas. Así, con el tiempo, la cosa se hará normal y dejaremos de verlos mal, empezaremos a ver la homosexualidad como algo tan antinatural como la heterosexualidad, entonces apoyaré la adopción. Con el tiempo… ojalá. Negros y mujeres tuvieron que luchar por sus derechos y aún los están consolidando, es tiempo de que los homosexuales empiecen a ganar terreno en los estrados, que ya los ganarán en la sociedad. Llegará el día donde los de a pie verán al homosexual como otro de a pie, y no sentirán asco ni repulsión al saber que una niñita escandalosa eligió ejercer su derecho sagrado e inalienable a hacer de su culo un florero si así le place.
Si, esto es una utopía. Necesito una utopía, un lugar al cual llegar, llámese Europa o como sea. La cuestión es que para lograr una sociedad igualitaria, sin importar su sistema político, por estos pasos hay que empezar a andar. Algún día… ojalá.