domingo, 23 de noviembre de 2008

La promoción de la Democracia.

EE. UU. Defiende frontalmente la democracia y los Derechos Humanos a nivel mundial. Esos son elementos importantes dentro del discurso estadounidense. Por ejemplo, recientemente se expresó que EE. UU está comprometido a: “mantener nuestras obligaciones nacionales e internacionales para erradicar la tortura y proveer los tratamientos o castigos crueles, inhumanos o degradantes alrededor del mundo. El Presidente de los Estados Unidos ha dejado en claro que 'la tortura en cualquier lugar es una afrenta a la dignidad humana en todo lugar` y que 'la libertad de la tortura es un derecho humano inalienable” (Crook, 2006. Pág. 703). Para esto, Estados Unidos, en su calidad de potencia mundial, aplica sanciones económicas a los países con regímenes no democráticos o con altos índices de violaciones de derechos humanos.

Sin embargo, la defensa de la democracia y los derechos humanos no es un gesto de buena voluntad por parte de EE. UU. Como primera medida, la administración Bush ha recibido fuertes críticas en cuanto a la porción a los derehos humanos, específicamente en cuanto a la tortura, pues durante la Guerra contra el Terror se han violado los derechos humanos de quienes resultan “detenidos” en la base militar de Guantánamo en Cuba sometiéndolos a tortura. Pero sin importar la veracidad de estos hechos, ayuna violación a los derechos humanos por el mero hecho de considerar a estos presos como detenidos, pues no tienen los derechos mínimos que se deben garantizar a un prisionero. Así mismo, el Patriot Act concibe métodos de tortura en nombre de la defensa de los intereses de seguridad Estadounidenses. Independientemente de que se implante o no la tortura, el mero hecho de contemplarla es ya una atrocidad de esta guerra..

Por otro lado tenemos la promoción de la democracia. El modelo de promoción de este tipo de régimen resulta sumamente paradójico, pues se hace principalmente por medio de la fuerza. Más allá de la contradicción teórica que resulta de imponer la autodeterminación por medio de la coerción, hay que recalcar que la promoción estadounidense de la democracia no ha sido un genuino acto de buena fe que pretenda garantizar las libertades individuales en el país intervenido, sino que es la búsqueda del mantenimiento de los fines políticos de EE. UU. En un análisis del Departamento de Estado de Estados Unidos de Marzo de 1987 se dice: “La democracia ayuda a garantizar la seguridad de los Estados Unidos […]. La democracia también hace avanzar importantes intereses políticos y económicos de Estados Unidos […]. El apoyo a la democracia no sólo personifica los valores americanos, sino que reconcilia el conflicto que a menudo se genera entre los intereses estratégicos de los Estados Unidos y la necesidad de darle sustento moral a cualquier política que sirva a esos intereses […]” (Wiarda, Citado en Héctor, 1988). La democracia suena bien y se ve bien, pero fundamentalmente sirve para mantener la estabilidad interna de las naciones, y así, para garantizar los intereses estadounidenses. Esto garantiza la estabilidad cooperación entre las naciones. No hay mayor sustento teórico sobre las razones por las que las naciones democráticas mantienen relaciones pacíficas además del hecho de que, salvo contadas excepciones, dos regímenes democráticos nunca han emprendido una guerra entre sí (Ver Meernik, 1996. Págs. 392-394).

Por esto, Estados Unidos promueve la democracia, pero a la vez estaría de acuerdo con regímenes que e ayuden a mantener esos intereses, incluso apoyando grupos guerrilleros opositores a gobiernos enemigos. (Ver Peceny, 1995. Pág. 372) La promoción de la democracia no resulta, entonces, primordial más que en cuanto forma de garantizar la seguridad nacional de los Estados Unidos.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Sexo y conservatismo

Un conservador es, por definición, mal polvo. Conozco muchos conservadores, la mayoría tan malos godos que hasta son amigos míos. Sin embargo, no soporto a un buen conservador. Más allá de todas sus triquiñuelas electorales, tan bien mostradas en la última consulta interna del partido, los conservadores me molestan por mal polvo. Con esto me refiero a los hombres primero. Mi afirmación no proviene de la nada.
Un conservador, primero que todo, tira con las medias puestas y sólo para procrear. Y bueno, podrían hacerlo, pero háganlo bien. Pero un buen conservador, primero, se limita al misionero, en tanto allá arriba es el “varón”. Estar abajo… ¿un hombre abajo? ¿una mujer arriba? ¡si la iglesia católica no les da derecho a dar misa, por qué carazos van a estar arriba!
Otra opción serían posiciones alternativas, como poner a la muchacha en cuatro. Pero… ¿en cuatro? ¡Si así tiran los maricas! Así sólo pueden tirar los sacerdotes, y eso con niños. Total, no prueban esas posiciones. Y mucho menos pueden pensar en sexo oral… de por Dios, ¡qué tal uno darle placer a la pareja! ¡Si el sexo es para procrear y no más!. ¿y donde le quede gustando? ¡Después se amañan y se ponen exigentes!
Mujeres del mundo, en nombre del placer…eviten reproducirse con estos sujetos. Por favor.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Barack Obama.

Ayer me acosté muy tarde. A media noche de mi país, el presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, dio un emotivo discurso invitando, e iniciando, una nueva era para ese país. Un cuatro de noviembre se partió la historia del mundo, porque un presidente tiene los cojones de tomar las riendas de un país hundido en una terrible crisis económica y de decirle a ese pueblo, y al resto de los pueblos del mundo, “yes we can”. La celebración se extendió por el mundo. En África, Australia, Japón y varios países más se escuchó decir, con esperanza, yes we can. Hasta en San Basilio de Palenque y Turbaco se armó la parranda. Los líderes mundiales, que poco poco quieren a los gringos, lo felicitaron porque ahora las cosas van a ser a otro precio. Es un hombre que habla de paz tras un tirano que habló de guerra y torturó en medio de una guerra sospechosamente conveniente para él.

Por primera vez en mi vida, estoy absolutamente seguro de que Hugo Chávez, Fidel Castro y Álvaro Uribe estaban en el mismo plan que yo: entre las cobijas, viendo la transmisión por CNN de la elección. No puedo garantizar que tuviesen las medias puestas, yo si, por el terrible frío de las noches bogotanas. Sé que a Chávez y a Fidel les gustó la elección, porque Obama aseguró en campaña querer hablar con ellos, supongo que es para preguntarles cual es la joda, y posiblemente de esas charlas salga lo mejor para los pueblos de Venezuela, Cuba y Estados Unidos. El que seguramente arreó la madre fue Uribe: los Republicanos le exigían bien poco en materia de derechos humanos, lo que le acarreó la pérdida del TLC. El Partido Demócrata exigía a Colombia la mejora en materia de derechos humanos.

La percepción general en Colombia es que la llegada de Obama nos va a dañar todo, básicamente porque él no apoya el TLC y está dispuesto a hablar con nuestros incómodos vecinos. Pero eso pasa porque llegó el cambio, porque ahora debemos responsabilizarnos y dialogar, porque ya no podemos simplemente ignorar segmentos de población para protestar después en su contra, ya no es posible asesinar sindicalistas, ni hacer asesinatos extrajudiciales que el gobierno se ha visto forzado a reconocer en los últimos días. Ahora el romance comercial entre Colombia y Estados Unidos se terminó, ahora si se señalan los defectos de nuestra nación en ámbitos distintos de la mera economía. Al fin se nos va a exigir en aspectos sociales, que es la principal dolencia de este país (insisto, no es la guerra, esa es sólo un síntoma).

Pero más allá de eso, la llegada de un afroamericano a la presidencia del país más importante del mundo nos dice que las barreras raciales se están rompiendo, no porque los blancos estén con los negros, sino porque las minorías, las pequeñas luchas, al fin se están uniendo para conformar una gran lucha, una lucha por la justicia guiados por un miembro de estas minorías. No puedo garantizar que sea el mejor presidente de los Estados Unidos ni que sea la panacea a los problemas mundiales, pero sé que al menos garantiza la existencia de un clima de diálogo, clima que Bush no podía ni quería garantizar. Esperemos a ver qué pasa en los próximos cuatro años. Lo cierto es que las cosas no van a ser fáciles para esta nueva esperanza mundial.