domingo, 26 de abril de 2009

Por qué no creo en las ONG

Creo que ha sido el rotundo fracaso de la Red de Voluntarios lo que me ha hecho coger fastidio a las ONG: Sizek, creo, decía que la mejor forma de hacer un verdadero cambio es justamente haciendo nada. Cuando leí eso me molesté como soñador y director de la Red. Pero hoy pienso distinto: las ONGs sólo sirven para mantener las relaciones de poder sin alivianar las condiciones de pobreza reales, por un lado, y por otro para llenar egos y sacarnos fotos haciendo creer al mundo que algo además de nuestra pierna nos importa.

Vamos primero con la segunda opción. Hay una cosa llamada compromiso. Decir “me comprometo” es fácil, pero nadie dimensiona lo que realmente está haciendo al hablar. Comprometerse implica sacrificar no sólo tiempo, sino entregarse realmente a un proyecto más allá de la conveniencia personal. Pero es ahí cuando se entra en conflicto con la enseñanza que nos ha dejado nuestro pasado: estamos acostumbrados a no comprometernos con algo distinto de nosotros. No es mera adaptación, es egoísmo. Cuando el proyecto demanda más de lo que esperábamos que demandase, nos retiramos, o peor, trabajamos sin ánimo, sin comprometernos. Es ahí donde entra el asistencialismo, siendo muy pocas las ONG que se salvan. Es también por eso la razón por la que muchas ONG serias no creen en el voluntariado como una opción.

El asistencialismo es ese paradigma que dice que las condiciones de pobreza se solucionan dando cosas materiales. Recuerdo un capítulo de “el siguiente programa” donde se parodiaba al alcalde de la ciudad por pintar las casas de Ciudad Bolivar, una de las localidades más deprimidas del país. Para ocultar la pobreza pintó las casas, y para ocultar a los pobres, smileys en sus caras. Entiendo que es necesario que en
África central sea necesario llevar alimentos a comunidades que de alguna manera han sobrevivido milenios sin ellos, pero ese no parece ser el caso en toda comunidad. En algún lado leí que las ONGs tanto como las estrellas de rock, son headless hearts, corazones sin cabeza. Si, sufran desde sus burladeras por el prójimo mientras, como dice la canción de las almas, se toman un whiskey. Esos corazones van a construir casas o llevar mercados a comunidades de pobrecitos, como los conciben ellos. Pero no solucionan las condiciones de pobreza en ningún sentido, sólo quedan bien con el mundo mostrándose “bueno y considerado”, mientras el pobre sigue incapacitado por su baja escolaridad, la falta de opciones de trabajo, la falta de capacidad.

Estos buenos samaritanos que no se pueden comprometer con el otro más que para enviar “ayudas” también tienen un defecto grave: los pobres se inutilizan. ¿Para qué trabajar si tengo alimentación y techo gratis? Ese espítritu lo encontré en la red de voluntarios. Los niños hacían cara de perro apaleado para que les diéramos nuestras cosas cuando en verdad no las necesitaban, pero aun así las deseaban. Hay ONG dedicadas a los almuerzos, las ropas, las casas… ¿Cuántas se encargan de capacitar? ¿Cuántas de educar? ¿Cuántas de abrir el mercado laboral? ¿Cuántas ONG se encargan de hacer que el pobre pueda vivir por cuenta propia? Sin duda no todas las ONG se ciernen a mi descripción, pero tengo muchas en mente. Si hay un hecho traumático, por ejemplo la pérdida de una pierna, la solución no está en regalar prótesis, está en ayudar a la víctima a recuperar su autoestima y sentirse nuevamente miembro productivo de la sociedad. Las ONG no resuelven los problemas de pobreza, más bien dan pie a una suerte de cultura de la pobreza encaminada al mantenimiento de la misma, a la reproducción de las formas de exclusión social antes que a la terminación de la misma. No trabajan con personas pobres, trabajan con pobrecitos. Lo más triste de todo es que se pueden intercambiar muchos excluidos por los pobres y el argumento sigue sirviendo

Es por eso que lo mejor que se puede hacer para acabar de verdad con la pobreza es no hacer nada. O mejor, crear instituciones transparentes que garaqnticen los derechos del pobre, el homosexual, la mujer, el discapacitado. Sólo una democracia realmente radical podría dar fin a las condiciones de pobreza. Sólo una democracia que permita a los excluidos pelear por sus derechos por medios institucionales es una democracia que puede servir para alivianar la pobreza. EL resto son paños de agua tibia encaminados al mantenimiento de doble vía de las condiciones de miseria y pobreza que aquejan al mundo.

Eso, sin hablar del negociazo que resulta tener una ONG…

Liberación femenina y liberación sexual.

La ventaja de no ser una popstar de la blogosfera es que puedo mantener mis opiniones casi impolutas de pensamiento ajeno, y al expresarlas, parecen auténticas. Hoy nuevamente voy a montar dos posts. Hace rato no escribía en mi despeñadero mental más que una parodia a la poesía japonesa, cuya calidad haría querer a un Shaolin agarrarme a Karatazos. Pero hoy quiero escribir algo más serio.

Una amiga mía sostiene que la liberación femenina se estancó por la liberación sexual, en tanto ahora las mujeres buscan marrano para que las mantenga por medio de su entrepierna. Esto ha sido siempre así. Pero venir a culpar a la liberación sexual…

La liberación sexual supone el derecho de cada quién, especialmente de las mujeres, a decidir sobre su cuerpo. Quedó truncada en los ochenta por el SIDA, pero ha seguido mediante el uso de métodos de protección, aunque no avance como antes. Hace unos días vi entrar madres con sus hijas a profamilia en un acto responsable y que asume que los jóvenes empiezan su vida sexual cada vez más temprano. El cuento no es ya pretender que a gente no tire, sino que sea responsable al tirar.

Eso es parte de la liberación femenina: la mujer asume el derecho sobre su cuerpo, vedado al padre y luego al marido. La mujer infiel se apredeaba mientras el hombre infiel se admiraba. Si una mujer decide usar su cuerpo como le plazca y ser lo que llaman una “zunga”, entonces tiene derecho a hacerlo. Básicamente pasa porque la mujer debe tener tanto derecho como el hombre a decidir sobre su cuerpo, y si una un hombre puede ser lo pipiloco que desea, la mujer también tiene derecho. Así mismo, tiene derecho a ser territorial con sus hombres y a poseer más de uno. O eso en el papel, sinceramente sé que la monogamia es algo antinatural, pero creo firmemente en ella (ahí se me salta el miserable godo que todos llevamos dentro. La razón es impotente contra las pasiones).

Pero el problema central de adoptar esa posición es de salud pública. Las enfermedades de transmisión sexual (SIDA, Hepatitis, ladillas…) se pasan en parte por andar de pipilocos o cuquiflojas. Ese es el problema central de la adopción de esta posición. La sexualidad debe ser responsable. Pero negar a la mujer el derecho a ser lo descocada que desee mientras no se le niega al hombre, es mantener los patrones sexuales tradicionales, donde la mujer no puede decidir sobre su cuerpo: ya no les damos pedradas, ahora las vemos como seres infernales y las culpamos de los males del mundo. Pues señores, la mujer tiene tanto derecho a ser una zunga como el hombre, y a ser territorial, a ser obsesiva, a preocuparse por su situación sentimental, a pensar en sexo y a todos los comportamientos que se nos imputan a los hombres. Aunque siendo serios… no deberían tenerlos, al igual que los hombres tampoco deberíamos comportarnos así. Es cuestión de salud física y mental…