sábado, 23 de agosto de 2008

Carta de Renuncia a la REd de VOluntarios CBOB Bogotá

Apreciados voluntarios Por medio de la presente comunicación, anuncio a quienes no vinieron a la reunión, es decir, casi todos, que oficialmente me cansé de la falta de compromiso de todo el mundo, que no quiero ser más la cara de un proyecto al que nadie quiere ponerle el corazón, y que por eso, decidí renunciar. Hago oficial por este medio que no continuaré con la representación legal, la dirección, las relaciones públicas, el diseño publicitario, el secretariado, la coordinación de actividades y hasta las consignaciones. Me cansé de estar solo en esto, y a muchos les agradezco el haberme acompañado en este proyecto, pero advierto que la gran muestra de compromiso y compañerismo del dia de hoy va a llevar a la red de voluntarios a la quiebra. La red de voluntarios era mi bebe, pero era un bebe que debíamos criar como grupo, pero no obtuve el apoyo necesario por parte de ustedes, así que me adelanto a quienes querían que me fuera del cargo e intimaban a mis espaldas para lograrlo y prefiero renunciar. La falta de apoyo de grupo, y la falta de seriedad con los compromisos personales asumidos por ustedes me llevan a tomar esta desición. Por favor, les solicito que se postulen para la representación legal del grupo. Personalmente recomiendo a nuestro actual director de proyectos, Luis Gabriel Colorado, o a la voluntaria Maria Claudia Vanegas (quien no sé si esté dispuesta a aceptar el cargo) quienes conozco lo suficiente y sé que son las únicas personas idóneas para gestionar la fundación. Gestionaré en mi puesto con un plazo máximo de un mes, si en ese momento no se han puesto de acuerdo en quién será mi sucesor, me veré en la obligación de iniciar los procesos legales para la liquidación de la empresa. Cuentan con mi apoyo y aunque no creo que sea un voluntario, mis vínculos afectivos con ustedes continúan firmes. Espero que al nuevo director, sin importar quién sea, le guarden el respeto que no me guardaron a mí.

domingo, 10 de agosto de 2008

Sexo, mentiras y reduccionismo

Tengo medio botado el blog. Aprovecharé que el cerebro no me da ya para seguir reseñando el texto que tengo que entregar el lunes y dediquémonos a algo más profano, hagamos sofismas con apariencia de verdad. Debo algo a mi baquerita, y este momento extraño donde el sábado perdió su identidad pero no se siente aún como domingo es el momento perfecto para pagar. Hablaré de reduccionismo. Entiendo por reduccionismo toda teoría que en su afán de simplificar, termine ignorando la evidencia e interpretando el mundo sólo bajo ciertos principios. Reduccionistas son los biólogos, los economistas, y en especial los físicos.

¿Por qué no me gusta el reduccionismo? Es sencillo, trata tanto de simplificar las cosas que, aunque puede tener resultados importantes, termina olvidando el paisaje por mirar el cuadro. Es la rejilla de Wittgenstein, ve el mundo de cierta manera, como a través de un lente, que aunque ele permite ver algunas cosas, le impide ver otras. Es como a posición del misionero. En efecto se puede llegar a un orgasmo, pero es el más aburrido que puede haber, una posición machista y falta de imaginación. La simplificación excesiva del mundo, el tratar de entenderlo en un sólo término y con un par de variables y categorías, resulta insuficiente, porque terminará por ignorar deliberadamente fenómenos de nuestro floripondio mundo, donde curiosamente nivel tras nivel se burlan de lo simplista que resulta la base, pero critican lo complicado y floripondio del piso “superior”: El biólogo se burla de las fuerzas del físico, pero considera innecesarias las elaboraciones del psicólogo. Todos se equivocan: todos ignoran las ventajas de las elaboraciones superiores pretendiendo abarcar desde el origen de la vida hasta la razón por la que me puse ropa interior blanca y no anaranjada, cando los anaranjados son más cómodos que estos, o más aún, la razón por la que estoy escribiendo esto. Es una pura misionerada, un análisis miope de la realidad que no proporciona todo el placer que podría proporcionar al científico, el cual a su vez tiene miedo de analizar algo más allá de sus límites, en ultimas tiene miedo de la realidad: la realidad suele ser la refutación de cualquier filosofía. La realidad suele ser la refutación de cualquier cosa. Reducir está bien, pero por lo general sale mal.