jueves, 24 de julio de 2014

No compartir tampoco es un delito.


Me hace mucha falta escribir.  La revista EL Muro lleva casi un mes fuera del aire, y me pica. Me pica y mucho. Por eso tendré que revivir este despeñadero mental, del cual el blog que tengo en la revista heredó su nombre (porque es demasiado ganador en la vida) pero no el carácter, especialmente el carácter emo e ignoto que tenía en aquellos tiempos de intelectual. Ahora me interesa más el rastastas que Wittgenstein.  Sí que no lean los otros posts, serán más “inteligentes”, pero son menos humanos y más filósofos.

Y esto no es la revista, pero bueno, como decía mi abuelita, cualquier porquería es cariño.

Quiero escribir sobre derechos de autor, porque he estado en todos lados y lo estoy al tiempo, así que sé de qué hablo. Estoy del lado del vaciado que no tiene para comprarse el disco o el libro original, del creador de contenidos que recibe (o debería) un pago por sus contenidos, y del administrador de contenidos y empresario que posibilita que esos contenidos lleguen al público. Ya es conocido el caso del chico que va a juicio por copiar una tesis con fines académicos. A quienes no sepan a qué me refiero, los remito a estas dos  columnas de opinión, de Catalina Ruiz y Maria del Pilar Saenz, que curiosamente se llaman igual y hablan sobre lo mismo con argumentos similares. En efecto, es desmedido mandar a la cárcel a un muchacho porque reprodujo una tesis de grado con fines no lucrativos. Y en efecto, incluso con las reflexiones que siguen, el autor tiene huevo al dañar así la carrera del muchacho.  Pero a veces los científicos creen estar por encima de la ley y del mercado, hasta que sale una ley que les da una trompada a sus aspiraciones y les recuerda que viven en el mundo real, no en el castillo de cristal que dice “universidad” en la puerta.

Analicemos esto de manera sencilla. Supongamos una sujeta llamada Cata. Pongamos por ejemplo que Cata escribe para un periódico. A Cata le pagan su plata y ella se desentiende, y puede decir que compartir no es un delito, y agarrar a madrazos y despotricar de quien quiera. Y bien por ella. Pero supongamos que yo reproduzco esa columna en este blog. A Cata no le importa, y hasta hace barra. Pero resulta que el administrador de contenidos no le parece tan divertido, pues él deja de percibir un ingreso de publicidad. Y Cata, te cuento que de ahí sale tu sueldo. Si yo fuera él, te echaba por estar atentando no contra la profesión, sino contra el negocio.

Hay quienes quieren compartiir, y quienes no. ¿es pecado eso?
Imagen reproducida bajo licencia creative commons desde http://www.pabloyglesias.com/tipos-de-licencia-libre-ii-creative-commons/



No, lo que está en internet no es gratis. Hay que pagar por el hosting, el diseño, el mantenimiento y un chorro de cosas más, que son las razones por las que los medios alternativos mueren: o paga o levantarse es muy difícil, pues lo que entra por publicidad rara vez compensa el gasto.  Hay que inventarse eventos, ventas y mil cosas para poderse mantener. En lo personal, le perdí la pena a poner anuncios publicitarios al ver que, por un lado, de algo hay que vivir, y por otro, al ver a los medios grandes y ver que están plagados de publicidad y no les da pena, dice uno… vayan al carajo. Si yo decido no poner publicidad y que todo el gasto salga de mi bolsillo, bien por mí, pero ese no es el caso para muchos que pataleamos para existir.

La tesis acá es sencilla, si yo, como autor o administrador de contenidos quiero lucrarme y así pagar al autor o comprarme una tonelada de mogollas, ¿por qué no? ¿por qué no tenemos derecho a querer que se nos lucre por nuestro trabajo? . No más quédense los 5 minuticos de los créditos de una película para que vean la mano de gente a la que le pagan con esa boleta que ustedes pagaron. Y si yo hago una película y la subo a internet sin ánimo de lucrarme (es decir, ni publicidad pongo), bien pueda y comparta. Pero si siquiera le pongo anuncios de youtube, ya hay ánimo de lucro y “compartir” se convierte casi en robar, sencillamente porque dejo de percibir un ingreso porque usted quiere ganarse mi tráfico. Y si no reconoce, es un vulgar ratero. Lo mismo pasa con los agregadores de contenido que no tienen la decencia de al menos añadir algo a la información. Si yo como autor o administrador decido que pueden compartirlo con reconocimiento, bien, pero si no quiero que mi trabajo se distribuya, estoy en todo mi derecho. Incluso puedo compartirlos con algunos aliados bajo condiciones claras de negociación, pero no se sigue de eso que cualquiera pueda agarrar lo que hice yo y robárselo.

Creo que usamos muy libremente la palabra “compartir”. Compartir a lo Facebook está bien, mostrar las cosas para que los demás sepan donde están y de quién son, pero si ese compartir es sacar de su sitio original para ponerlo en un sitio diferente sin la previa autorización del autor y los reconocimientos indicados, hay problemas. Y a todos nos gusta que nos compartan en Facebook, Twitter, Pinterest y demás. Pero esa retórica retorcida y egoísta que dice “el auto no tiene derecho a recibir” si pueden empacarla e insertarla en el orificio que elijan. Eso es delito, se llama robo. Si quiero compartir, bien, pero si no lo hago, estoy en todo mi derecho, y el que no tiene derecho a compartir es usted, porque no es “compartir” sino quitar la papa de mi caldito.hay quien comparte, por supuesto, las imágenes de este post están bajo esa licencia y puede usarlas quien bien le plazca, pero no todo lo que acá aparece tiene esa licencia. 

Hay quienes consideraban buena la piratería, como los ingleses a los que les llegaba la plata. ¿Por qué tiene que parecernos así a todos?
Imagen reproducida bajo licencia creative commons desde https://www.opendemocracy.net/ourkingdom/brett-scott/building-creative-commons-five-pillars-of-open-source-finance


Hace poco un autor me pidió permiso para publicar mi reseña de su libro en una revista académica y pues por supuesto, que claro que como no y que picos por la casa… pero si la publican sin avisarme, hay palo y como mínimo quiero ser rector ejecutivo junior adjunto de esa universidad, así de simple… pero es que gano en publicidad para mi medio y como escritor. A una revista amiga le pasó lo contrario: tradujeron una entrevista que les mandó una productora.  Y de la productora le pasaron ese trabajo a una revista enorme que prefirió evitar la fatiga. Mis amigos apenas pidieron que se les reconociera el trabajo. Fue una telenovela completa con crisis nerviosa y llamada a las 3 a.m., y aunque los chicos pudieron demandar y recibir dinero, se conformaron con que se les reconozca el crédito porque son unos lindos buena onda. Y se lo dieron, pero tarde, porque la vida útil de un artículo es corta en estos medios, y ahora el crédito lo ve quien busca esa serie de vampiros emos adolescentes por interné. Pero bueno, como decía mi abuelita, cualquier porquería es cariño. Simplemente, no es chévere que se le roben a uno el trabajo. Y cuando un monstruo se lucra con el trabajo de uno sin  permiso… ¿compartir no es delito?

Y yo sé que la cultura es cara. Le tengo la solución: no beba un día y verá que ya tiene para comprar el libro o el disco que quiere. En vez de tirarse la plata en marihuana o perico, pague la boletica del cine, mire que los miércoles ya no son de tapitas pero su espíritu democrático está ahí. Mire que los discos de artistas extranjeros suelen ser caros, pero acá en Colombia se hace mucha música independiente muy buena, con discos que a pesar de estar hechos con las uñas, están muy bien hechos, y que no cuestan un ojo de la cara, sino lo de tres cervezas en un roto no tan indecente de chapinero. Apoye lo nacional, acultúrece, crezca y pásela bueno, cuatro pájaros de un pedradón. Y si ni por esas, ahí está souncloud y youtube, que -lo acepto- han sido mi desvare en más de una “seguida” en el apartamento con público que quiere pegarle al perreo intenso. No tener para comprar muchas cosas que quiero, me abrió los ojos a encontrar muchas otras que no sabía que me iban a encantar y a trabajar para obtenerlas.

Por ninguna razón particular, acá hay conejillos de indias,. Pensé que la entrada era aburrida y ellos bonitos, por eso los puse, de mero lindo que soy.
Imagen reproducida bajo licencia creative commons desde http://karenmelhuishspencer.com/2014/03/31/creative-commons-in-schools/



Alguna vez actualicé buena parte de mi software a versiones legales porque a los profesores universitarios les sale MUY barato hacerlo. Pero un colega me dijo que no lo haría porque igual, él lo conseguía en gratis en taringa. Esa acitud es lo que nos jode. Si lo quiere gratis, consígalo gratis, existen Openoffice y Ubuntu, y al menos Bogotá es muy amigable con nosotros los vaciados ante la gran oferta cultural gratuita o muy barata. Aunque es excesivo encanar al muchacho por distribuir la tesis, sí merecía ser reprendido: no estaba autorizado a hacerlo, y aunque una tesis no da plata, si el autor no quería que fuera de libre acceso porque pensaba publicarla y ganar dinero, está en todo su derecho.  Y puede que a Cata no le importe, pero es que de allí sale su sueldo.

Si, todo se resume al dinero. Superarlo, jipi, que a mí me gusta el dinero. Cuando la revolución triunfe y todos seamos camaradas bolcheviques castrochavistas, me retracto, mientras tanto, denle “Share on Facebook”, no cortar y pegar. ¿Algún problema?  

miércoles, 26 de junio de 2013

Te amo

Cuando digo "te amo", 
digo "te deseo",
digo "te acepto",
digo "te admiro", 
digo "te respeto",
digo "te apoyo",
digo "creo en tí",
digo "confío en tí",
digo "me entrego a tí",
digo "recibo de tí",
digo "compartimos",
digo "convivimos", 
digo "creamos"
digo "somos"
digo "tú y yo",
digo "eres otro yo"
digo "soy otro tú"
digo "amo a la diosa y el dios que eres"
digo... tu nombre
digo... que te amo. 

viernes, 6 de julio de 2012

Zapato andariego



No recuerdo ya cuando te compré,
Pero sé que me has acompañado por años.
El tiempo se ha encargado de romper tus costuras,
La tela se ha roto y se sale el cuerpo que te rellena.
Te miro y te recuerdo,
Son tantos y tantos momentos de mi vida…
¿De dónde apareciste?
¿Por qué te siento grande para mi pie?
Recorrimos infinitas bandas de goma,
Escalamos muros de roca,
Y descendimos por cascadas de mar.
Navegamos juntos por caudalosos ríos,
Nadamos su gran profundidad,
Atravezamos  montañas y valles,
Y aunque el mar nunca conociste,
Tu suela besó más de una vez la playa.
¿Cuánto tiempo más estarás conmigo?
¿Cuántos has visto desfilar a tu lado?
Los de vestido, los rojos, los que se rompieron,
Los finos, los baratos, los que no sirvieron,
Las pantuflas, las sandalias y hasta las botas…
Todos ellos te han mirado,
Seguramente se burlaron de tu estado
Se rieron de los rotos en tu costura,
De tus descoloridos cordones,
De tu destrozada lengüeta.
Pero ellos nunca lograrán,
Sin importar su material o precio,
Lo que tú en tu larga vida:
Llegar conmigo hasta el cielo. 


martes, 6 de diciembre de 2011

Novena reflexión: La empresa universitaria



La Universidad es una empresa, y debe competir con calidad y buscar su financiamiento. Esto dará escozor a algunos, pero mientras el sueño de la igualdad de condiciones no se cumpla, tendremos que mordernos el codo. Pero la Universidad no es cualquier empresa. Las empresas con ánimo de lucro -es decir, cualquier empresa- buscan optimización, es decir, minimizar gastos para maximizar beneficios. Las Universidades son entidades sin ánimo de lucro en Colombia. Es decir, no operan bajo esa lógica, sino que todo lo que ganan deben reinvertirlo en su función social. Parte de su función social, al parecer, es pagar sueldos astronómicos a sus directivos. Miento, eso no pasa en todas, pero sí sé de muchas.
Con el fin de sustentar sus astronómicos sueldos y para que se vea la plata que se va en nómina, las universidades maximizan sus entradas. No por medio de la producción científica, porque en Colombia los mayores avances científicos parecen ser que hayamos descubierto cómo hacer explosivos con base en tubérculos, básicamente porque son la única producción de la que se escucha. Irónicamente, universidades de más bajo perfil dan mayores resultados que las pomposas universidades más reputadas. Y los proyectos productivos poco se ve que redunden en ganancia económica para la universidad sino para el inventor, es decir, trabajamos individualmente y no en equipo. Eso no está mal, pero hay mejores maneras de ganar todos.
Esa investigación academicocientífica debería ser el origen de la financiación. Y aunque rasque decirlo, hay que crear para vender, para ganar de alguna forma. Dejar de quejarnos y empezar a hacer. Lo que se hace actualmente es recortar nómina de profesores y operativos, disminuir horas de clase y quitar actividades de bienestar universitario a la vez que se aumenta el número de estudiantes que acceden a la educación, dificultando la tarea del profesor como mediador individual entre el estudiante y la actualización de sus capacidades en potencia: tengo estudiantes de los que jamás aprendí el nombre. Esos gastos deberían mantenerse si garantizan la productividad de la institución, su autofinanciación y su reinversión. Además, hará mayor bien a la sociedad que el gasto en aerosoles, limpiadores y tubérculos de cada marcha.

Octava reflexión: La educación integral



La Ley 30 dice que la educación debe ser integral. Así como el pan saludable debe ser integral. El problema de la analogía es que sabemos qué trae el pan integral, mientras que aún no sabemos qué significa una educación integral.
Intentaré responder la pregunta proponiendo una división tentadora pero que me gusta aunque no sea mía. El ser humano está hecho de cuerpo, emociones, espíritu y mente. Eso lo asume la educación básica y la secundaria, pero no la superior. En la Universidad puedes echar cerveza, fumar y conseguir barriga, además de acabar con tus hábitos alimenticios regulados: días enteros comiendo pizza o empanada y a deshoras mientras corres de una clase a la otra. Eso, a los 30, se llamará gastritis. Ni qué decir de mi Alma Mater, donde los marihuaneros de toda la ciudad tienen carta blanca para intoxicarse, haciendo que los que no consumimos estemos en riesgo ante las micro mafias del narcotráfico en los pastales de la universidad. Por donde lo veamos, la indefinición de lo que es la educación integral está acabándonos.
Estoy sugiriendo incluir el saber-ser como competencia rectora de la universidad. En mi formación académica jamás tuve que hacer ninguna clase de ejercicio físico. Muchos lo agradecimos en ese momento, pero cuando se agotan los 20, el cuerpo empieza a manifestar su desacuerdo. Así mismo, la más grande lección de ética la recibí del Maestro Fernando Zalamea en un solo regaño. Eso nos obliga a replantear el modelo educativo tradicional y llegar a uno más vivencial. Nada nuevo, ya se ha hecho. Hay que aplicarlo.
Así mismo, los profesores debemos asumirnos como figuras de conducta. No tiene sentido que un profesor de ética acepte sobornos sexuales o económicos de sus estudiantes. No tiene sentido que un profesor robe una tienda, así sea para darle el botín a un indigente ignorando así el trabajo de una cadena productiva entera (y exigiendo respeto después). Tal vez, no es tan buena idea que los profesores seamos tan jóvenes. Aunque el problema no radica en la juventud, sino en la conducta. La educación integral exige que el profesor profese una buena conducta dentro y fuera del aula, esa es la dignidad que debemos darnos.
El problema no radica en el conocimiento, sino en la negación del ser a favor de esa esquinita llamada conocimiento.  

Séptima reflexión: Los fines de la educación.



La ilustración nos enseñó que el fin máximo del hombre son la racionalidad y el conocimiento. En ese sentido, uno de los grandes logros del espíritu es la freidora  humana de los Nazis: lograron hacer una línea de producción de la muerte: entra hombre, sale cadáver. Y eso a gran escala. Lograron hacer racional la mayor irracionalidad del hombre. Así mismo, los sistemas avalados como más racionales en la economía son un soberano sinsentido: lo más racional es dañar al prójimo y causar su pobreza económica. La filosofía no se ha quedado atrás: la moda (al menos en América) es desentrañar y destrozar a los clásicos para robarles toda la belleza por ser “irracional”.
EL fin de la educación también debe ser el conocimiento, pero no sólo eso. No debe ser el sufrimiento propio o del prójimo. La izquierda también hace sufrir, al menos a mí no me interesaría en lo más mínimo que se elimine todo arte burgués. Soy un burgués, y aunque no ande a la moda, todos tenemos derecho a vestirnos como se nos pegue en gana, no como al dictador se le apetezca. Y el que diga que mis palabras son falsas, debe recordar la revolución cultural de Mao y sus proezas dictatoriales. El sufrimiento no es el fin de la educación, es el realzamiento de los valores individuales, de las habilidades, los sueños y capacidades. Si usted quiere ser un teórico del derecho, puede hacerlo, y si prefiere ser un abogado de oficio, también. Pero no tiene sentido que unos y otros sean obligados a sufrir con lo que no les gusta. Es necesario, por supuesto, que el estudiante sepa en qué se mete, pero no que sea juzgado por eso, y eso es en lo que se convierte una calificación, especialmente cuando la asignatura no es de los amores del estudiante, lo cual nos obliga a replantear los niveles básicos de competencia de los programas, las exigencias tanto académicas como económicas, y la famosa flexibilidad, que he visto en bien pocos currículos.
 Educar es un acto de amor, pero el amor es de a dos, y en el amor no se sufre (en serio… de otra manera, bien pendejo el que se enamora).

Sexta reflexión. La educación incluyente y universal



La educación debe ser universal. Si. Y si se puede, que nos claven impuestos como locos o busquen financiación para realizar este sueño. Apuesto a que los estudiantes y a los profesores les gusta eso, y a los que ya no lo somos no. Vemos las cosas desde distintos lados de la barrera. Yo me paré en la barrera, y veo que unos piensan en que les suban el sueldo, los otros confunden eso con la calidad y los otros no esperan gran cosa de eso, les da la misma. O tal vez a todos les pasa lo mismo: el estudiante exige plata para la educación pero no va a clase, el profesor exige plata porque espera que le mejoren el sueldo, y al que no es ninguno de estos, le da la misma. Pero no nos preocupamos por la calidad. El Ministerio de Educación impone ciertos mínimos que a la larga ni se cumplen ni sirven para otra cosa que lanzar vouchers que digan “Registro de alta calidad”.
Pero no es de eso que quiero hablar. La educación, sin importar cómo la financiemos, debe servir para hacernos felices. Por educación universal no entiendo una escuela obligatoria que no llevará a otra cosa que a un montón de desempleados con título. La educación universal, como la entiendo, significa que haya una oferta suficiente para que yo, como persona, pueda buscar y alcanzar mis objetivos de vida, ser feliz. El resto es perorata neoliberal o viejocomunista. El estado mínimo  y desregulador del malvado Hayek garantiza que haya igualdad de oportunidades, mientras esa igualdad se fomente por fuera del mercado (lo dice en algún lado de “Camino de servidumbre”, no recuerdo en dónde ni tengo la cita a la mano porque regalé ese libro, pero igual al que la pida se la consigo). Las diferencias sociales son ya un problema, y más aún tratar de eliminarlas desde fuera del mercado en una economía como la colombiana, donde el dinero garantiza una “mejor” educación. Lo que un Estado debe evitar es eso. Educación pública, gratuita y con una oferta que me ayude a hacer bien las cosas para alcanzar mis sueños. Cómo se financie, no me importa. Lo que es claro es que tiene que haber componentes de formación empresarial en cualquier carrera, además de la técnica en cuestión. La siguiente implicación es que debemos tener derecho a cualquier nivel de educación. No todos queremos ser doctores. Y no nos lo pueden exigir.