jueves, 12 de febrero de 2009

“Doble Moral”

Segundo Post del día. Debería estar trabajando en mi tesis pero…

De los 11 kilos que he subido en el año que llevo con mi vida de soltero (felizmente arruinada, les cuento), cinco se los debo al ejercicio, seis se los debo a Sandra. Ella es la propietaria de un bonito restaurante bar llamado Liuva que queda pasando la calle de mi casa. Es un amor conmigo. Allá como y veo noticias a medio día. Infortunadamente pone RCN, pero no puedo criticarla por eso: Caracol no es mucho mejor. También almuerza allí un señor de mediana edad, calvo y que creo que es una especie de Life coach o maestro sensei de autosuperación, posiblemente profesor de alguna de las numerosas universidades de este sector. Me estresa. No hace más que hablar duro para que lo escuchemos todos mientras critica las troglodíticas costumbres de nuestro país, pero estando claramente inmerso en ellas. Hoy criticaba una noticia que ya es de ayer: Dos “niños” que andaban violando la restricción para menores de edad impuesta por el “alcalde” fueron quemados en una estación de policía. Horrible, lo sabemos todos. Pero… esto es Colombia. Mientras él postulaba la pena de muerte para estos “desgraciados” yo me reía, primero, porque proponer la pena de muerte lo hace exactamente igual a ellos, segundo, porque este es el pan de cada día en nuestro bendito país.

Parece que los “chiquillos” no fueron tan inocentes, y este castigo corporal fue un castigo por haber prendido fuego a un borracho en una celda. Esto puede ser obviamente una artimaña policial para disminuir la dureza del crimen, pero no es eso lo que quiero analizar en este post. Quiero jugar más bien a la pitonisa. ¿Qué va a pasar? Primero que todo, a estas dos “criaturitas” las van a matar en un “atraco” por andar denunciando a las fuerzas de la “ley”. Pero antes de que la “opinión pública” sepa sobre esto, el escándalo nacional va a crecer y las denuncias por abuso de la “policía” van a crecer como bola de nieve. Los medios van a gozar un par de semanas hasta que haya una noticia más divertida y amarillista. Después, posiblemente los colombianos “de bien” salgan a marchar por los derechos de los niños, aunque es poco probable en tanto en Colombia no protestamos contra el “Estado” sino en su favor (lo cual trastoca todo el sentido de la protesta).

¿Y? Hasta ahí quedó la cosa. Al igual que con el niño asesinado hace varios meses por su padre, nos olvidaremos de la noticia a pesar de todo el “dolor”, “repudio” y “odio” que se pueda llegar a sentir. Nos vamos a olvidar, al igual que nos olvidamos del secuestro después de la liberación de Ingrid Betancourt, y ahora hasta de ella nos olvidamos. Colombia es un país de olvidos, o mejor, de cosas que la memoria histórica prefiere olvidar para que simplemente, en el 2030, el periodo 2002 a 2010 sea el del “triunfo” de la “seguridad democrática”. De estos “chiquillos” nos vamos a olvidar, así como nos hemos olvidado de todo lo demás.

Pero más allá de eso, sacaremos a relucir nuestra doble moral mientras nos dure el sabor del mes. A la vez que “condenamos” este atroz hecho, celebraremos la violación de derechos y convenciones internacionales (Operación Jaque) los Chivos Expiatorios (DMG) y las cortinas de humo (las dos cosas). Celebramos atrocidades contra todo un pueblo (nosotros) y para reafirmar nuestro punto, quemamos la bandera venezolana, humillando así la identidad de un pueblo entero que, al igual que nosotros, no sabe elegir gobernantes. Celebramos los crímenes con motosierra de los paramilitares, celebramos las desapariciones forzadas, celebramos la masacre del Palacio de Justicia (no la del eme, que nunca pasó, sino la del ejército), celebramos los crímenes de lesa humanidad y los falsos positivos del ejército. Eso es doble “moral”, esa es la Colombia con “valores” que nos intentan vender en un cómodo paquete de desinformación junto a la operación “perfecta”. Esa es la Colombia premoderna que empaló a Raúl Reyes en los medios para que todos pudiéramos verlo en la plazoleta pública, que le quitó una mano a un guerrillero (¿alias Rojas? A mí también se me olvidó) para probar una victoria psicológica, que quiere exhibir el cadáver de Tirofijo para simular “ganar” una guerra que en últimas perdieron (en efecto: los gobiernos nunca lograron matar al mítico guerrillero, él se murió solito). Esa es nuestra premoderna moral, el repudio por un crimen horrible, pero el apoyo descarnado y descarado a una política que algún “genio” (Rodrigo Rivera) quiere volver cuestión de Estado (es decir, volverla constitucional). Eso es “Colombia”. “País” de Mierda.

(No se imaginan lo “divertido” que me “pareció” el uso de las comillas)

¿Show Mediático?

He adquirido la fea costumbre de hablar de ochenta temas en cada post. Para rehabilitarme un poco y dejar de parecer columnista importante (es decir, de poca agudeza y mucha labia) de “el tiempo”, he decidido hacer dos post en un mismo día, así el mero efecto visual de llevar 3 páginas en Word y tener aún dos temas pendientes no me va a cohibir en esta ocasión. Primero quiero dar las gracias. Gracias, señores de las F.A.R.C.. Creo que por primera vez estoy de acuerdo con el ministro de defensa del país cuando asegura que las FARC están liberando secuestrados a cuenta gotas para influir las próximas elecciones presidenciales en el país. Entonces, tengo que agradecer dos cosas: primero, la liberación de algunas personas, y segundo eso.

Creo que la privación de la libertad es una de las mayores desgracias posibles. Si el sistema penitenciario colombiano no fuese conocido como la “universidad del crimen”, sería el castigo más cruel que podría recibir un ser humano (la pena de muerte me parece inconcebible: no creo que ningún ser humano tenga derecho a decidir sobre la vida de otro, y mucho menos si es el Estado, modelo de conducta y de comportamiento, quien decide). Me vale cinco que sean compatriotas, para mí son personas las que están encadenadas en la selva. Los métodos de las FARC son completamente denunciables, reprobables y reprochables. Jamás apoyaré la lucha armada (aunque la justifique y medio entienda), por las mismas razones que no puedo aceptar la pena de muerte. La liberación de cualquiera de ellos, su recomposición como personas y como algo más que meros seres vivientes es motivo de celebración, así como lo será la deserción de las filas del ejército, la guerrilla o los paramilitares: Para mí, no es más que la pérdida del estado de mirmidón y la bienvenida a la autonomía subjetiva implicada en el mero hecho de decidir renunciar a las armas. La recomposición de la persona, del miembro autónomo de la sociedad con derechos y deberes es un motivo de celebración, un paso para la composición de un nuevo país sin violencia ilegítima.

Pero hubo un show mediático. Para liberar a un secuestrado, lo único que se requiere es dejarlo cerca de una estación de transmilenio, darle 1500 pesos y unos 5000 más por si la estación de llegada está lejos de casa. La más ilustre guerrilla que ha tenido este país, el “eme”, liberó al más ilustre de los secuestrados, Álvaro Gomes Hurtado, dejándolo en la zona t con un disfraz y algo de dinero. Cuenta la leyenda que Gomes decidió ir a un bar y tomarse un whiskey con ese dinero. El ELN también libera a sus secuestrados de esa manera. Hasta las FARC los liberan así, o al menos no he escuchado que el CICR esté involucrado en los secuestros extorsivos de ese grupo. Hay un show mediático en tanto los medios, celebrando lo que yo creo que se debe celebrar aunque imagino que bastante alejados de mis premisas, filmaron hasta los calzoncillos que usó Alan Jara en la selva. Hubo un show mediático en tanto el presidente aprovechó para hacer cuanta pataleta pudo hacer contra quien se le pusiera por el frente, más aún cuando Colombianos y Colombianas por la paz se robó absolutamente todo el protagonismo, hubo show en tanto el gobierno intentó esconder sus violaciones a los acuerdos que buscaban facilitar la liberación y lo sigue habiendo ahora que el gobierno tiene amenazado a Hollman Morris por denunciar esos hechos (entre otras cosas, recomiendo su canal de Youtube, es lo mejor para enterarse de lo que pasa en la otra Colombia, es decir, la de verdad).

Pero Colombianos y Colombianas por la paz no hizo show mediático. Quienes me conocen saben que soy acérrimo defensor de la gestión de Piedad Córdoba porque aunque esté medio loca y haya metido las patas hasta el fondo, es la única que realmente hizo algo por los secuestrados. Esta senadora nunca será presidenta de Colombia, pues en nuestro feudo participativo es claro que para ser presidente hay que ser hombre, católico, blanco y rico. No sé si piedad sea rica o católica, pero acá no es posible que una mujer o una minoría racial puedan llegar a la presidencia (entre otras cosas, empiezo a creer que lo de Obama es mero revanchismo antibush más que apertura a nuevas alternativas raciales, sociales o religiosas, palabras más palabras menos, no sé si realmente los gringos nos dieron una lección de inclusión social o es mero revanchismo. De todas maneras, en Filipinas eligieron una primera ministra Gay, eso es bueno). Piedad Córdoba no sacó mucho de esto, pues la experiencia le enseñó a guardar un perfil más bajo so pena de ser insultada como un perro en los aeropuertos. Ella no fue parte del show mediático, aún recuerdo la insistencia de Sigifredo López para que ella figurara el día en que lo liberaron. El show mediático no fue de las víctimas ni de los verdaderos héroes de la historia (Colombianos y Colombianas por la paz). En cuanto a ellos, fue una operación perfecta, ¡tan perfecta que los que llevaban el peto del CICR hasta eran miembros de esa entidad!

El Show mediático fue de el presidente poniendo trabas a la liberación para luego tratar de aparecer como héroe de la liberación, como el chacho de la cuadra. El show mediático es de un estado acusando a los verdaderos héroes de ser traidores por el mero hecho de denunciar los actos erróneos y hasta perversos del gobierno, ese gobierno que parece querer que los secuestrados se pudran en la selva, porque ni es capaz de acabar con las FARC, ni es capaz de b7uscar una salida negociada de intercambio de rehenes. Ese es el show mediático, pero en parte. Las FARC, como señalé más arriba, se llevan su pedazo de torta al necesitar semejante dispositivo logístico para hacer algo que bien podrían hacer con un bus intermunicipal y un tiquete de transmilenio. Pero ese show mediático, de acuerdo con Juanito Manolete es una forma de tener poder de decisión en las próximas elecciones. Señores de las FARC…. GRACIAS; por favor sigan así, influyendo, que aunque Pastrana metió las patas dándole visibilidad internacional al conflicto y dejándosela montar por ustedes, si influyen en las próximas elecciones posiblemente no tengamos otros cuatro años de falsos positivos, cortinas de humo y seguridad democrática.

Este conflicto es un despelote. Realmente a nadie le conviene que se acabe (sobre esto reflexioné en un post llamado ¿Paz en Colombia?) pero el problema grave es que la población civil esté en la mitad. El presidente debe sentarse a negociar y recordar que no está liberando ciudadanos de la cárcel, sino rehenes de una guerra, y que como tales es más que probable que vuelvan a combatir en las filas guerrilleras, gústele o no. Lo importante acá es la vida de los civiles encerrados en la selva. Las FARC deben recordar también que si su lucha quiere tener al menos pinta de ser política, deben dejar de cometer errores políticos como meter civiles en la guerra.

Sólo la negociación me quitará el tema de la mitad de los posts, aunque sigamos con ese problemita de la exclusión. Si Álvaro Gomes y Antonio Navarro fueron secuestrador y secuestrado, y a pesar de eso, firmar juntos el 4 de julio de 1991 la Carta Constitucional, ¿por qué demonios no pueden negociar ahorita? Me vale mierda cerrar este blog, siempre y cuando eso implique una Colombia mejor. Al menos una que no me dé vergüenza (Curiosamente uno de mis primeros textos mamertos se llama “qué avergonzado me siento de ser tan buen colombiano”).