domingo, 27 de noviembre de 2011

Reflexiones sobre la educación.


 Más que reflexiones, quiero compartir algunos sentimientos sobre la educación. Sin importar que uno sea capitalista o comunista, ve la educación de la misma manera: la forma de preparar al individuo para que trabaje y se inserte en el sistema económico. Y de ahí, se “prepara” al individuo para el mundo laboral. Hacemos miles de pruebas distintas para clasificar, estandarizar y optimizar el desempeño del futuro empleado. Esa es la tendencia educativa del mainstream a nivel internacional. Y esa es la reforma educativa por la que se viene peleando. Hay mucho qué decir acá. Esta será la primera de una serie de reflexiones.

1.       El mito del docente-empresario.
A tono con la educación, muchas instituciones valoran el éxito profesional de sus docentes. Y eso no está mal. No me malinterpreten: la función de la educación es preparar al individuo para que  (entre otras cosas) trabaje. Por eso, las universidades buscan aliarse con empresas de formas insospechadas para mejorar esa preparación con experiencias reales de empresa. Una de esas es la vinculación como docentes a empresarios exitosos. Eso no está del todo mal, pero hay un par de cosas que me preocupan.
Generalmente, un empresario gana bastante dinero con su negocio si es alguien exitoso. Que entre a una universidad después de su triunfo puede ser valioso. Sin embargo, no hay mayor garantía de que eso sea muy exitoso. Se cree que ser docente es simplemente pararse con un tablero a la espalda y hablar durante las horas que hay disponibles. No hay mayor compromiso ni entrega, se prefiere examinar un plan de negocios a un parcial, se minimizan las actividades de aprendizaje… incluso no por falta de vocación o deseo, sino de preparación. Eso nos pega hasta a los filósofos: incluso para trasmitir conocimientos a la antigüita, es necesario tener método, y hay métodos probados. Hacer una evaluación no es hacer un juicio, sino medir de maneras no tan simples y con variables bastante claras lo que se pretende en relación con competencias, no es meramente un proceso de armar 5 preguntas cascarudas para fregar al estudiante o 5 preguntas para regalarle el semestre. No quiero decir que los empresarios tengan que quedarse fuera, yo me estoy convirtiendo en empresario, lo que digo es que ser docente nos exige amor por lo que hacemos, y a veces ese amor no está, o es un amor raro.
Pero hay algo más. La palabra docente contiene una palabrita interesante: Doxa. Opinión. E docente es un opinador. Y como opinadores, no tenemos la verdad. Pero el empresario (o profesional exitoso en general, no me malentiendan) promedio no es consciente de eso y transmite sus conocimientos como si fuesen verdades absolutas. Eso tiene al menos dos lados feos. EL primero, es que es muy creído al hacer eso: bienvenido a la realidad, somos opinadores, la verdad es un concepto bien diluido entre tinta y tinto. El segundo es que el empresario, así lo haga con buenas intenciones, tenderá a crear copias de sí mismo, a enseñar cómo responder ante problemas a la manera en la que él lo haría… pero eso nos acaba quitando la creatividad, somos  máquinas de clonación de nuestro ego… y lo que nos sirve a nosotros, no necesariamente le sirve a los chicos, además nos volvemos máquinas inflexibles de descabezamiento de la creatividad, porque el que no lo hace como digo yo, lo tiene mal. Y eso es malo. Y así, no hay conocimiento que avance. Y la educación está para hacer avanzar al mundo.
 No es que los quiera afuera… sino que si entran, entren bien. Y esto no sólo va para los empresarios, sino para cualquier profesional exitoso.

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