sábado, 24 de marzo de 2007

¿Qué demonios es la democracia?

En los estudios políticos actuales hay un enorme debate sobre lo que la democracia sea, si una serie de procesos o un resultado. Colombia es la democracia más vieja de Latinoamérica porque llevamos 200 años con un solo golpe militar y con elecciones casi ininterrumpidas. Hay una fuerte tradición civilista en detrimento de las fuerzas militares, acá nunca ha habido un régimen militar fuerte a excepción del de Rojas Pinilla. Pero hay algo que no es en definitiva claro: ¿por qué somos una democracia? Hasta de feudalismo se habla, un feudalismo donde los siervos son campesinos arrendatarios que trabajan la tierra de un señor terrateniente y le pagan un porcentaje de sus cosechas a cambio del uso de la tierra, una especie de feudo capitalista. Pero hoy no quiero hablar de eso. ¿por qué tengo que creer que Estados Unidos tiene la democracia más estable del mudo? Siendo serios, el voto de un habitante de Kentucky no tiene el mismo valor de uno de California, hay una diferencia entre ambos en cuanto que los votos de un Estado valen más que los de otro en cuanto a la elección del presidente. En ese sentido, la colombiana es una democracia más igualitaria y consolidada porque acá cada voto cuenta igual. Pero acá el voto no es libre en muchos lugares, lo cual hace de muchas democracias mejores que la colombiana, aunque realmente dudo que el mito del votante educado sea realidad.

Quiero en este texto proponer un criterio para determinar la calidad de una democracia. Los adjetivos que se imponen y proponen para determinar la calidad de una poliarquía o democracia real (usando la expresión de Robert Dahl, que me parece muy apropiada) nos muestran que hay un concepto común de democracia, algo que todo teórico sospecha, nadie cree que en Cuba haya democracia. La democracia liberal exige pluralismo, si es que se quiere respetar tanto la igualdad en la representación como las libertades individuales a la vez. Pero ese pluralismo, para ser real, tiene que garantizar derechos y libertades individuales a cada uno de los miembros del Estado, de otra manera no estamos hablando de pluralismo, y de hecho, de nada porque sin libertad no hay pluralismo, y sin pluralismo no se puede hablar de democracia liberal, tal vez de una teocracia popular. Pero bueno, más allá de eso, la exigencia de esta democracia es circular: en efecto, si se quiere decir que las democracias funcionan bien, hay que ver si estos sistemas de gobierno no sólo tienen elecciones y hay libertades, sino que es necesario saber en qué medida hay igualdad en derechos para los individuos que pertenecen a ese Estado. En efecto, no es democrática una sociedad donde la representación no es igual para todos, donde el ciudadano no tiene voz. Pero esa es la parte procedimental más política, pero hay una parte que me importa mucho más: los derechos civiles deben ser iguales para todos. La sociedad colombiana, por ejemplo, no tiene derecho a acceder a algunas zonas del país por mandato constitucional. No hablo de reservas militares o eso, sino de que si al mamo no se le pega en gana que uno pueda subir a su zona, no se puede y se cobijan en el pluralismo para defender su posición. Lo mismo pasa con los homosexuales que no tenían derecho a casarse, o a las mujeres que deben deformar sus pies con tacones para verse bien. No voy a decir que soy lo suficientemente feminista para aceptar que una mujer tenga pelo en las axilas, pero sé que esa es una sociedad democrática, una donde hay igualdad de derechos, es tanto un procedimiento como un resultado que nos puede decir si el país donde vivimos realmente está gobernado por individuos igualmente libres, aunque nuestras cadenas en ocasiones sean costumbres ridículas e irracionales como la depilación, instituciones informales en el sentido de North. Esta si es una utopía, una sociedad donde todos los individuos son igualmente libres.

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