viernes, 12 de enero de 2007

Masacre

Ayer, 11 de enero de 2007, se cometió un crimen de lesa animalidad. En la tarde, una mujer se bajó de un taxi y presuntamente envenenó a las palomas de la Plaza de Bolívar, símbolo de la paz que deambulaba y cagaba los monumentos arquitectónicos de los centros de gobierno de Bogotá, es decir, los edificios de la alcaldía, el Congreso de la república, la Catedral Primada, el palacio de justicia y la casa del Florero, ente otros. Es simbólico que en un país como el nuestro vuelen los símbolos de la paz, untando con sus desechos a políticos transeúntes y próceres por igual, como diciendo que a todos, sin importar nuestra forma de pensar, nuestro estrato o nuestras nociones sobre la vida, tenemos que soportar un poco de mierda por la paz del país.

(Imagen tomada en Manizales, en algún costado de la Catedral)

Estas aves, protegidas consuetudinaria y legalmente, representantes de la paz que necesita el país, tienen una vida más bien sabrosa. Uno de los negocios informales más comunes en la plaza de Bolívar, junto con la foto polaroid, es la venta de alimento para las palomas. Turistas y transeúntes pagan los mil pesos de una bolsa de maíz y alimentan a nuestros personajes, quienes tras un arduo día de reproducción y comida, suben a los campanarios de la catedral y otras salientes de los edificios para dormir hasta un nuevo día. Esa es su cómoda vida, pero algunos amargados prefieren desfogar sus represiones sobre los pobres bípedos emplumados. Hace algunos años, por orden del hoy cardenal Pedro Rubiano -curioso que Word me cambie el apellido de este señor a “pubiano”, más con tanto cura violaniños suelto- la catedral contó por algunos días con unas elegantísimas varillas afiladas en las puntas al mejor estilo de un campo de prisioneros, que impedían que las aves se posaran sobre las salientes de la catedral. Su argumento decía que los curas no tenían que untarse de mierda, y por eso prefería volver mierda a las palomas. Ya en serio, juzgó como antiestético que la catedral estuviese untada de mierda y prefirió eliminar a las fuentes de la misma. En su curiosa noción de estética -que prefiere la indigencia en la calle, el desplazamiento forzado y la violación de niños a un poquito de popó en un edificio viejo- las palomas debían y deben ser controladas.

Esporádicamente se presentan masacres como las de ayer, así como la distribución de anticonceptivos en la comida de los animalitos. Es un misterio, todos casos no resueltos, como el de ayer. No estoy culpando a la iglesia católica, pero ¿no es también la paloma una representación del espíritu santo? Deberíamos darles laxantes para que los curas vean realmente qué significa una lluvia de mierda sobre su catedral (eso no quiere decir que lo vaya a hacer, sólo doy la idea). No voy a dar nombres ni a señalar culpables apresuradamente, pero es bastante obvio quienes están detrás de todo esto. Y que quede bien en claro que no estoy diciendo que la iglesia católica es obviamente culpable de la masacre, sino que muestro a todos los interesados en asesinar al sustento de varios vendedores de maíz de la plaza de Bolívar, e invito a los lectores a que concluyan quienes fueron los culpables.

No siendo más…

4 comentarios:

shaikai dijo...

Y veo con satisfacción que, volviendo a la prudencia, abandonó el Space de MSN y cambió de puerto. Espero que le saque provecho al nuevo Blogger.

javierguillot dijo...

Ole, qué buen post. Aunque nunca he sido muy amigo de las palomas (en especial porque no son una especie propia de estas tierras), me gustó mucho su texto.

Da gusto leerlo en este formato.

javierguillot dijo...

Me olvidé escribir que nunca jamás había visto un letrero de "no corretear a las palomas". Yo siempre las "correteo", desde chiquito. Qué vaina.

Mhaurizio dijo...

Si, ese aviso es genial... Pero bueno, al menos en nuestra plaza de bolivar tenemos el derecho inviolable a corretearlas, yo también lo hago.

E cuanto al blog, hombre, yo también estoy contento con el cambio, me gusta más la interface y acepto que fue un gran error de mi parte no mudarme antes, todo producto de la pereza.