sábado, 3 de enero de 2009

DMG: Más de lo mismo (o de la vieja nueva Colombia)


Tengo un tanto olvidado el despeñadero mental, al punto de haber ignorado el suceso del año pasado: El gobierno tuvo que (volver) a aceptar los falsos positivos. En esta ocasión no fueron bombas de bajo poder asesinando indigentes, en este caso son “abducciones” de jóvenes (eso me ha hecho temer caminar por mi barrio más que de costumbre) que luego aparecen como bajas de la guerrilla, aunque jamás hubiesen tocado un arma en su vida. Así, se cobran las recompensas y se reciben los honores otorgados a los “soldados” de la “patria” que masacran inocentes para sentir que sirven a algo superior (sin ofender a los pobres rasitos que pasan meses en la selva arriesgando el pellejo porque no consiguieron más empleo). En cualquier país premoderno con un poco de decencia el ministro de defensa hubiese renunciado y posiblemente se hubiese empalado a sí mismo en mitad de la plaza pública para que la gente le tirase tomates. Pero esto es Colombia, y si no tumbamos a presidentes narcos, ociosos o paras, ¿por qué ofendernos por esa tontería?

Pero como la cosa se estaba complicando, y sin tener que esforzarse demasiado, llegó a la vez una tragedia social que se veía venir: negocios de “pirámides” empezaron a derrumbarse en todo el país. Pero como esto es Colombia, esas pirámides se habían vuelto el principal sustento de muchas personas. Por eso, nos culparon de mafiosos y dijeron que nuestra cultura facilista nos llevó al carajo. Yo no perdí dinero con esas pirámides, pero justifico a quienes sí en tanto… Esto es Colombia. En un país donde un profesional sin postrados no suele recibir más de 350 o 400 dólares al mes, y una persona sin estudios no recibe más de 250 o menos, donde el salario mínimo subió en apenas 13 o 14 risibles dólares a pesar de tener muy buena tasas nacionales de crecimiento, en un país donde no hay desempleo porque el “rebusque”, la venta ambulante y el subempleo cuentan como empleos y aún así llegamos a cifras altas (la última que recuerdo era como el 13%)… Cualquiera a quien le ofrezcan fórmulas mágicas para conseguir dinero, tiene derecho a probar. Las tres tonterías que sé de economía me indican que el dinero no se multiplica de la nada así, pero entiendo a quienes sin saberlo invirtieron. Mafiosos quienes a pesar de saberlo, siguieron metiendo, como un par de jóvenes empresarios de apellido Uribe y uno que otro amigo del papá de los muchachos: eso se llama codicia, agravada por el hecho de saberse que ningún negocio legal puede dar esas ganancias. Esos si son mafiosos, el pobre que hipotecó su casa para ganar algo no. Y eso que no quiero hablar de nuestro chupasangre sistema bancario… no ahora al menos.

Pero una de estas pirámides (sin que sea claro que lo sea) no tenía mucho en contra. No había estafado a nadie aún y el negocio parecía sólido. Si bien David Murcia Guzmán estafó a mi prima y una de sus amigas en DMG Producciones cuando hicieron de extra en Bolívar soy yo, la comercializadora no tenía muco en contra. El gobierno decidió intervenirla y oh sorpresa: otra cortina de humo para tapar los falsos positivos. Son cosas tan sospechosas como que a Ingrid Betancourt la rescataran justo en medio del boroloco por la yidispolítica. Es decir, en este país juegan con nosotros de manera descarada y nosotros nos seguimos dejando. A DMG la vincularon con los paras, los narcos, la guerrilla… pero bien pronto la desvincularon de toda la farándula y todos los políticos que no sólo habían metido plata allá, sino que en ocasiones eran socios. La plata con seguridad era cochina, es matemáticamente imposible conseguir el dinero de la nada. A pesar de todo, el presidente sigue subiendo en popularidad (no, no escribí mal).

Hay una crisis social en Colombia, pero su materialización no es la protesta que están haciendo a un par de cuadras de mi casa o la pequeña guerra civil que se formó al sur del país cuando el gobierno cerró DMG y algunas otras entidades. La materialización de nuestra crisis radica en el teatro montado para encubrir los falsos positivos. Esa crisis es un resumen de lo que ha sido Colombia durante la historia: un grupo en el poder (políticos, banqueros…) hace lo que necesite para mantenerse en el mismo. Cualquier forma de ataque al mismo implica una respuesta fuerte, llámese la violencia de los cincuenta, la destrucción de los planes de reforma agraria de López papá, el asesinato de Gaitán, la “retoma” del palacio de Justicia, los asesinatos de Gaitán y Galán, las alianzas con los narcos, el paramilitarismo, la seguridad democrática, el rescate de secuestrados… La lista continua y realmente no quiero seguir. Las promesas de cambio que vinieron con la Constitución del 91 fueron insuficientes para someter a nuestras costumbres políticas coloniales, costumbres de vasallaje donde la palabra del “doctor” citadino no se pone en duda. En este caso, lo que nos tocó es la destrucción de una empresa que, sin importar lo honesta que fuese, estaba poniendo en Jaque al sistema bancario y la economía en varios lugares del país. Las consecuencias de esa destrucción están dadas por la inminente crisis social y económica que, aunque digan que no, ya estaba anunciada. No la crisis de DMG y las pirámides, sino la crisis de la colombianeidad.

¿Qué más decir? No hay mucho. Simplemente esta es una respuesta (cruel como siempre, pero) predecible. Una crisis que amenaza un gobierno, a la que se le responde con los medios adecuados: un chivo expiatorio que curiosamente aparece en el momento indicado, al que le encuentran nexos hasta con la abuelita del papa, que es tan idiota como para poner el logotipo de su empresa en un cargamento de cocaína y que acepta fácilmente sus culpas empuercando hasta el nido de la perra. Si… como no. Y como siempre, poco importa que se acaben los pobres entre sí, ya sea con disturbios o con huelgas de hambre a media cuadra de mi trabajo.

David Murcia Guzmán es un ladrón porque en efecto robó a mi prima. Recuerdo que personalmente fui a buscar hace varios años al que sería un personaje en la vida nacional, el verdadero personaje del año 2008: el que puso a temblar a un país entero más que cualquier paraco, guerrillero o presidente. Me llevaban por si había que partirle la cara, o al menos para asustarlo al ser más feo que él. Esa mañana, en la 13 con 6algo, DMG estafó a mi prima, convirtiéndose en lo que se sería varios años después: una muestra de lo que es Colombia, un país donde las jerarquías y el mantenimiento de las posiciones sociales está tan vigente como en 1800. Un país donde por más que se intente cambiar, tanto por la razón como por la fuerza, seguiremos fracasando, porque son demasiadas nuestras costumbres y nuestra cobardía como para poder lograr una verdadera nueva Colombia.

1 comentario:

shaikai dijo...

Pero en verdad DMG no era precisamente un negocio limpio. Como usted mismo parece reconocer, era imposible que un negocio de esas características se sostuviera por medios puramente lícitos. Lo otro es que no había visto esto como una cortina de humo más. Y realmente me indigna que el gobierno se haya vuelto tan experto en eso.

Según mi parecer, el caso DMG, y la gran celeridad con que pasaron las cosas, delata que tanto el gobierno como la fiscalía necesitaban un chivo expiatorio para cubrir su negligencia a la hora de enfrentar el problema global de las pirámides. y DMG era precisamente el único objetivo a la mano que parecía un excelente chivo expiatorio: aún no había reventado y empezaba a concentrar la atención de los medios. Así las cosas, creo que no debemos olvidar que ambos organismos tuvieron en sus manos hacer algo y no procedieron.

Y sí, nos toca a todos los colombianos hablar del sistema bancario. porque nos ha originado problemas de los que aún no vemos cómo salir. Pero que toca salir, toca.