jueves, 11 de septiembre de 2008

Cacería de brujas

Gina Parody a veces me cae mal, y a veces me cae bien. Es innegable que es de lo poco que se puede recoger de la política colombiana, parece que de verdad cree en cosas que yo creo, como la inclusión, la igualdad… Pero a veces sale con unas cosas realmente increíbles. Por ejemplo, el reto a la institucionalidad colombiana que representa la tercera reelección, es decir, el comienzo de una dictadura electiva. Así están los vecinos con Chávez, pero para allá vamos con Uribe. Al menos en Venezuela no parecen creerle tanto a Chávez… La senadora Parody mostró esta semana unos videos que algún sapo tomaría que muestran la vida universitaria. Grupos de encapuchados del Movimiento Bolivariano presentaban su “asociación” a los estudiantes de primer semestre en la Universidad Distrital, y aunque prendí tarde el televisor para ver las noticias, también vi la plaza central de la Universidad Nacional, mi Alma Mater. Y se armó una tormenta.
La guerra contra el terror ha creado un estado general de paranoia. Todo aquel que pase por sospechoso, es culpable. El caso crítico son los “detenidos” de Guantánamo, que ni siquiera son prisioneros, sino detenidos, personas que no son inocentes, que no son culpables… que no son nada. Hay constante supervisión sobre la sociedad civil y todos somos sospechosos (si no, léanse las políticas de privacidad de Facebook o Google). En Colombia, el presidente Uribe declaró el Estado de Conmoción Interior (suspensión temporal del orden jurídico en nombre de la seguridad) y creó una red de sapos encargados de delatar a toda persona sospechosa de terrorismo. Estos informantes están en todo lado y guardan bajo perfil, conozco un par.
Esta mañana llamé a una de mis estudiantes para tener una pequeña conversación en privado. No intenté nada indebido o inmoral, sino que le recomendé que guardara un bajo perfil: ella es de izquierda y no le da pena decirlo, pero no sería chévere que se la llevaran al Cantón Norte a esos sótanos de los que tanto se habla pero que no existen y en los que no se violan los derechos fundamentales para obtener confesiones. Ella es una persona de bien, casi pondría mis manos en el fuego por ella, pero le pasa lo mismo que a mí: por pensar distinto está en claro riesgo de ser tildada de terrorista. Y por ahí hay demasiado sapo.
En Colombia, nuestro tercer deporte nacional es el asesinato de sindicalistas (después del Fútbol y el tejo). Los grupos de ultraderecha matan “terroristas” de sindicatos, a todo “terrorista” que medio sea de izquierda. Pero en una sociedad paranoide esos somos casi todos, así que nadie se salva de ser sospechoso de terrorismo, hasta la Corte Suprema de Justicia, es decir, nuestra conciencia nacional. Así es como berraco…
Pero más allá de eso, y volviendo al sabor del día, se critica al Rector de la Distrital por permitir que los encapuchados hablen, y a los encapuchados por esconderse tras una capucha. Voy a salir a defenderlos a ambos, y aunque espero que no se me confunda con un guerrillero, sé que a la larga los ciegos me acusarán. Poco me importa, ya advertí. EL pobre rector de la Distrital no tiene ni derecho ni posibilidad de detener esto, porque aunque el país sea informado por Radio Casa de Nariño (RCN) y someta a las lógicas paranoides presidenciales a todo pensamiento diferente, la Academia debe ser el sitio de la discusión. Academia, en el jardín de Academos, creo, el sitio donde Platón dialogaba con sus alumnos para mostrarles la verdad. Creo que ya renunciamos a la verdad, pero la discusión quedó, es el gran legado de occidente, es lo que ha valido la pena y que sólo ha fracasado cuando apelamos al proyectil para resolver nuestras disputas. La academia es el lugar de la discusión y la libre expresión, por eso, el rector de la Distrital no tenía derecho a evitar la manifestación del movimiento Bolivariano: tienen ideas, por estúpidas que estas puedan ser. Si su idea es que la gente se una a un grupo “terrorista” que quiere tumbar un estamento que si bien no es ilegítimo, si tiene absolutamente todos los vicios que borran una democracia… pues carajo, déjenlos que los estudiantes decidirán qué hacer con sus vidas. Pero si se gradúan y les toca trabajar 13 horas diarias por 300 dólares al mes (en los mejores casos), después no pregunten por qué hay guerrilla.
Por otra parte, es bien sabido que esas personas tienen nexos con las guerrillas. Además, sus manifestaciones son violentas. No creo en la violencia, me parece una perdida de tiempo, pero termina legitimándose en tanto es el único medio efectivo de comunicación con nuestros gobernantes. El rector también conoce el corte violento del Movimiento, y en ese sentido, el señor sólo estaría cuidando su elegante calva: si no los deja, corre grandes riesgos.
Dije arriba que se criticaba a los encapuchados. La capucha como escondite. Pero lo que no se entiende es que lo que se esconde no es una idea así no más, sino una idea que da cárcel, torturas… si en Colombia tuviésemos garantías de algo, vaya y venga, pero es que acá la única garantía que tenemos es que nos van a matar si pensamos distinto, así que… La capucha representa la seguridad física, la expresión máxima de la libertad de pensamiento, un pensamiento que no puede revelar a su autor porque las redes de poder en las que se encuentra imbuido lo llevarían a la muerte. Yo nunca he usado capucha, pero el mero hecho de escribir en Internet y no gritar en plaza pública también va por este lado. Es miedo, senadora Parody. Hablo en nombre de todos los “terroristas” cuando digo que acá nos da puro y físico miedo expresarnos porque la expresión equivale a la muerte en un país donde la vida no vale nada, pero aún así tenemos la valentía de disentir. Tal vez el hecho de estudiar en una universidad privada y tener apellidos “de renombre” la hace ignorar la dinámica de las universidades públicas. Allá siempre ha habido guerrilla, paramilitares, infiltrados… sin embargo, lo que inició es una cacería de brujas contra los librepensadores que merodean la academia. Caerá alguno que otro guerrillero, pero sé que la mayoría somos simples disidentes. Espero que no nos quemen, eso hacían en la antigüedad… Por ahora, lo único que haré será guardar un bajo perfil, no quiero que me legalicen o me maten en un “atraco”

1 comentario:

shaikai dijo...

¿¡Estado de conmoción interior!?