martes, 1 de mayo de 2007

Una corbata bonita


En mi anterior post escribí sobre la corbata el presidente Uribe. En este quiero escribir sobre la mía. Aunque me veo bastante bien (lo cual conmigo es un milagro) jamás me pongo una corbata, en contraste con el aberrante uso de las corbatas que solía tener en mis años mozos, donde me ponía una corbata sobre la camiseta (o playera o t-shirt) y una chaqueta… ya no me doy esos lujos, ya he tenido que madurar y uso la corbata como buen cristiano.

Hoy, después de años, me puse corbata. Fue curioso. Antes, tal vez, tenía pinta de desempleado o vendedor de enciclopedias, por lo que nadie me ponía atención. Hoy, más que la corbata, el maletín me otorgaba un status especial. Es un maletín duro, de cuero negro y con seguros dorados. Es de mi papá, pero lo usé porque no quería parecer vendedor de biblias. Es curiosos haber causado revuelo… no sé cómo me veía, pero incluso personas con pintas muy formales me miraban raro. Supongo que parecía un yuppie promedio. EL vendedor de dulces al que siempre le compro no me reconoció. La mujer que me mantiene en vela durante las eternas noches de soledad no me reconoció. Mi más querida amiga no me reconoció. Pero más allá del cambio, la metamorfosis que sufrí, me di cuenta de algo que ya sabía pero no había vivid. Ya que mi crecimiento ha sido nulo, desde hace unos 10 años puedo usar la misma ropa… bueno, no toda prenda pero si muchas. Por eso, mi pinta es absurdamente descomplicada, nadie sabe cómo me visto, aunque los entendidos dicen que me visto muy bien porque me da cierta identidad… Más allá de eso, hoy era “el doctor” o “el patrón”. Tal vez los únicos que no me trataron así fueron mis amigos, porque incluso mis alumnos y compañeros de clase me rindieron cierta pleitesía, y por primera vez, pude dominar sin lío al grupo in dominable. Tenía cierto poder, no sé si porque me pude hacer bien el nudo o porque llevaba el maletín. Taxistas, emboladores, vendedores y demás miembros de la clase trabajadora me trataban con una pleitesía inusual, se podría decir que me abrieron las puertas al mundo, la misma que a diario su indiferencia me cierra. Eso me prueba una cosa: el carácter del colombiano promedio, del mestizo. Aunque yo también soy mestizo (puedo rastrear en cuatro generaciones raíces indígenas y raíces españolas), hoy fui un “doctor” de la ciudad, de los mismos con derecho a gobernar y para los que es un orgullo trabajar, según las capas más incultas de la sociedad. “él lee libros, él sabe”. “el tiene pinta de estudiado, a él hay que arrodillársele” “él tiene plata, entreguémosle el mundo…”

Esto no es porque los colombianos seamos arrastrados. El colombiano promedio y sus creencias católicas viene siendo adoctrinado de esa manera, contra la libertad de pensamiento infundida por el respeto al que considera como superior, más puro: el blanco, el extranjero… el que no represente lo que él auténticamente es. En Colombia es una vergüenza ser un indio, mientras que en países como Méjico o Bolivia no es vergüenza –según me cuentan sus habitantes- pertenecer a una raza. En Colombia no tenemos identidad nacional, el catolicismo cayó con el tiempo y los colombianos, que antes temían a la ley de Dios olvidando la ley del hombre, olvidaron la ley de Dios sin aprender la ley del hombre. Por otra parte, nuestra geografía misma dificulta el intercambio cultural con los coterráneos a una gran cantidad de población, eso es lo que se esconde detrás del lema “Colombia es un país de regiones”. No hay un factor cohesionante, no hay algo que nos identifique como nación y ser comparados con otro, con un ser distinto, autóctono, impuro, es ser ofendidos. Por eso es que mi maletín de cuero se convirtió en un símbolo de poder frente al mundo, porque con él pude mostrar un saber supuesto por el otro que me separaba de él, una pinta de “doctor” que me puso, por tonterías, encima del otro, peor por tonterías que en el fondo son el problema mismo de la identificación como pueblo unitario de Colombia… Fui más, todo por una corbata y un maletín.

Pero una corbata bonita.

1 comentario:

shaikai dijo...

¿Pero nota el efecto psicológico sobre los estudiantes? Con estas cosas se gana experiencia para enseñar, ¿no cree?.