domingo, 10 de agosto de 2008

Sexo, mentiras y reduccionismo

Tengo medio botado el blog. Aprovecharé que el cerebro no me da ya para seguir reseñando el texto que tengo que entregar el lunes y dediquémonos a algo más profano, hagamos sofismas con apariencia de verdad. Debo algo a mi baquerita, y este momento extraño donde el sábado perdió su identidad pero no se siente aún como domingo es el momento perfecto para pagar. Hablaré de reduccionismo. Entiendo por reduccionismo toda teoría que en su afán de simplificar, termine ignorando la evidencia e interpretando el mundo sólo bajo ciertos principios. Reduccionistas son los biólogos, los economistas, y en especial los físicos.

¿Por qué no me gusta el reduccionismo? Es sencillo, trata tanto de simplificar las cosas que, aunque puede tener resultados importantes, termina olvidando el paisaje por mirar el cuadro. Es la rejilla de Wittgenstein, ve el mundo de cierta manera, como a través de un lente, que aunque ele permite ver algunas cosas, le impide ver otras. Es como a posición del misionero. En efecto se puede llegar a un orgasmo, pero es el más aburrido que puede haber, una posición machista y falta de imaginación. La simplificación excesiva del mundo, el tratar de entenderlo en un sólo término y con un par de variables y categorías, resulta insuficiente, porque terminará por ignorar deliberadamente fenómenos de nuestro floripondio mundo, donde curiosamente nivel tras nivel se burlan de lo simplista que resulta la base, pero critican lo complicado y floripondio del piso “superior”: El biólogo se burla de las fuerzas del físico, pero considera innecesarias las elaboraciones del psicólogo. Todos se equivocan: todos ignoran las ventajas de las elaboraciones superiores pretendiendo abarcar desde el origen de la vida hasta la razón por la que me puse ropa interior blanca y no anaranjada, cando los anaranjados son más cómodos que estos, o más aún, la razón por la que estoy escribiendo esto. Es una pura misionerada, un análisis miope de la realidad que no proporciona todo el placer que podría proporcionar al científico, el cual a su vez tiene miedo de analizar algo más allá de sus límites, en ultimas tiene miedo de la realidad: la realidad suele ser la refutación de cualquier filosofía. La realidad suele ser la refutación de cualquier cosa. Reducir está bien, pero por lo general sale mal.

1 comentario:

shaikai dijo...

Es particularmente llamativo, y aparentemente irónico, que en biología no se habla para nada de la vida. Mejor dicho, la vida como tal. Se dice mucho acerca de los seres vivos, pero en sí misma la vida no es un tema en la biología.